Me dirigía yo, con singular alegría a una reunión de ex-alumnos de la preparatoria, fui el segundo en llegar (tercero si contamos al novio de Valerie, quien se fue) pero bueno, no nos desviemos del tema. El caso es que conforme avanzaba la noche, se congregaban más compañeritos mientras compartíamos jocosas anécdotas que me recordaron la razón de mi alegría cuando por fin salí de la prepa.
Después de algunas horas (no recuerdo exactamente cuántas) nos despedimos de las chicas, quienes decidieron no acompañarnos a "seguirla" a casa de un buen amigo (sabias mujeres). Debo confesar que me dió gusto convivir con aquellos a quienes mi persona les inspiraba cierta piromanía, o bien me aventaban el ocasional locker, compartieron momentos un poco más gratos (como mi primer banda de grunge) sniff.
En resumidas cuentas, después de disculpas y vomitadas de borrachos, la planeación de una micro-empresa (de borrachos) y un "un-plugged" (así es, de borrachos) nos despedimos y cada quien se fue pa' su casa (o esa era la intención inicial) y justo ahí comienza lo interesante.
Cabe mencionar que llevaba varios días desvelándome y levantándome temprano, digamos que fui un desvelado muy responsable. Pese a los típicos sermones que una madre le da a su vaquetón hijo de 23 años, nunca creí que fuera posible el quedarse dormido manejando. Sí me llegó a pasar, pero por no más de 3 segundos y en un alto.
El trayecto a mi casa fue bastante extraño, en momentos venía muy concentrado y de repente mis ojos se cerraban sin poder advertirlo, afortunadamente los madrazos ocasionales a la banqueta me despertaban. Cualquier persona sensata habría detenido el carro para dormir, echarse agua, comprarse un café o qué sé yo... Pero ¿Yo? ¡Si yo soy noctámbulo por naturaleza! ¿Cómo no voy a agüantar?.
No sé si alguien que haya vivido algo similar me entienda, pero no daba crédito a lo que estaba pasando y por lo tanto no pensé en las 1'203,158 soluciones que vendrían a mi mente después, simplemente seguí manejando.
Sentí un golpe bastante fuerte, seguido por el rechinar de las llantas mientras intentaba controlar el carro, había golpeado el muro de contención en el puente de Acueducto y Patria (para este entonces el lector Guadalajarense ya se dió cuenta de que estuvo grueso el asunto). El impacto me aventó al carril izquierdo, donde afortunadamente no me estrellé.
... y como estoy en el trabajo y ya se alargó mucho, lo dejo en continuará.
1 comentario:
He tenido sueños en los que me pasa lo que en tu anécdota...
T_T ¡Es horreeeeble!
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